jueves, octubre 10, 2002

UN SITIO PARA LA PARTICIPACIÓN

Amigos:

Para todos aquellos interesados en compartir sus experiencias en desarrollo local y micro regional.

Para los que necesitan orientación en sus procesos de crecimiento comunitario.

Para los que quieren transmitir a otros lo que saben.

Para los que quieren hacer conocer noticias interesantes.

Para los que se quieren sentir acompañados.

Para los que quieren trabajar en red.

En fin..., para todos..., hemos abierto un sitio web: "Red de Desarrollo Local", en " www.mobynuke.net/desarrollolocal ".

Quienes necesiten asistencia para participar, por favor comuníquense con nosotros a eig@gmx.net.

Un saludo muy cordial

viernes, septiembre 20, 2002

BORRADOR DE BASE DE ACUERDOS

Amigos:

Para todos aquellos habitantes de la Argentina, interesados en participar en la generación de redes destinadas a reconstruirnos desde la fe en el futuro y el propio esfuerzo, estamos trabajando sobre un borrador que reuna los puntos sobre los que podemos acordar sin que cada uno renuncie a su perfil y a sus convicciones.

De este modo, podemos dejar de lado discusiones principistas, para establecer bases de acción.

A continuación transcribo algunos de estos puntos, esperando las sugerencias de todos:

Bases de trabajo conjunto para el Desarrollo Regional

- Tenemos confianza en nosotros mismos.

- Asumimos nuestras responsabilidades.

- Reivindicamos la capacidad, la honestidad y la no violencia.

- Afirmamos nuestros lazos con el mundo.

- Confiamos en la solidaridad y nos apoyamos en las redes participativas.

- Estamos dispuestos a resolver nuestros problemas con nuestro trabajo esforzado.

- Asentamos nuestra administración mediante proyectos diseñados al alcance de nuestras posibilidades.

- Trabajamos reconstruyendo nuestros espacios domésticos.

- Fortalecemos las redes de autoproducción y autodemanda.

- Construimos unidades de asistencia financiera recíproca.

- Reconocemos nuestras diferencias.

- Escuchamos las sugerencias de nuestros pares y las criticas de quienes sostienen otros puntos de vista.

- Hacemos todo lo que podemos, aprovechando al máximo lo que tenemos.

- Atendemos al perfeccionamiento de nuestra gestión.

- Avalamos los liderazgos legítimos.

- Nos proyectamos sobre territorios y proyectos gobernables.


Esperamos sus opiniones en eig@gmx.net

Gracias a todos, y hasta la proxima.

jueves, septiembre 05, 2002

ES EL DESARROLLO LOCAL, ESTUPIDO !.

Es probable que aquella frase con la que Bill Clinton afirmó su campaña a la presidencia de los Estados Unidos: “Es la economía, estúpido”, suene en ingles algo menos ofensiva que en español, idioma en el que se oye un poco chocante.

Sin embargo, fue la frase que sintetizó el punto sobre el que había que operar, para resolver los problemas que aquejaban en ese momento, a los Estados Unidos.

Fue tan acertada, que no pocos opinan que fue la consigna que ayudó a llevar a Clinton a la presidencia.

¿Será posible encerrar en una sola consigna, la idea central alrededor de la cual se desarrolle una propuesta positiva, eficaz, eficiente y constructiva en nuestro propio país, la Argentina?

Yo creo que sí, y asumiendo el riesgo de errar, estimo que la opción inmediata es el estímulo al desarrollo local, sobre el que tenemos gobernabilidad plena e incondicionada.

La situación a que hemos llegado con la participación (en distintos grados) de la mayoría de nosotros es compleja y abarca muchos aspectos sociales y productivos.

De estos aspectos, algunos pueden ser de difícil abordaje, pero otros pueden estar mucho más cerca de la solución de lo que imaginamos.

Nuestra inveterada tendencia al pensamiento abstracto y generalizador, pareciera obligarnos tanto a la búsqueda de causas generales, como a realizar propuestas del mismo tenor, que encubren a las posibles soluciones locales.

Sin embargo, si en lugar de esas síntesis generalizadoras (y muchas veces caóticas), bajamos la mirada a la realidad doméstica (desagregando elementos, revisando las diferencias territoriales, y tomando en cuenta todo lo que funciona medianamente bien), veremos que tenemos a la mano importantes posibilidades de resolver, sin ayuda, muchos de nuestros problemas.

Es probable que no podamos resolver los problemas macro económicos (materia de especialistas), pero buena parte de los que nos aquejan diariamente a nivel social, pueden ser bien resueltos por los programas de desarrollo local.

Desde hace varios años, desde mi propia oficina, venimos trabajando en la propuesta de esta clase de soluciones, bajo el eslogan “Desarrollo Sustentable Regional, la alternativa posible”.

Y hemos visto con asombro la potencialidad de los pequeños grupos humanos, cuando ponen manos a la obra tras objetivos fijados localmente, sobre la base de una correcta determinación de sus necesidades, de una consideración precisa de sus recursos y una alta dosis de esfuerzos personales bien administrados.

Esto genera procesos productivos gobernables y muy estabilizadores.

Estas experiencias, altamente participativas, se basan en el estímulo a procesos de auto producción y de auto consumo, mediante el empleo de tecnologías intermedias dirigidas a mercados próximos, y generan una sólida base de satisfacción social.

Como estos procesos no están orientados a la producción masiva, el “nicho” en el que se desarrolla el proceso no compite (sino mínimamente) con la gran producción industrial y permite el desarrollo comunitario en aspectos tan importantes, como son los referidos al reconocimiento de la propia identidad, y al recupero de los saberes locales y su historia.

Estos procesos de autoproducción y autodemanda, son los que se están desarrollando en forma casi espontanea en los clubes de trueque y se expresan en las asambleas de vecinos, que conforman un movimiento muy vital, aunque aún sea muy reciente como para predecir su futuro.

En general, se están produciendo fuera de toda inscripción política, si bien los sectores de izquierda han tratado de influenciarlos con poco éxito.

Por su parte, la pequeña industria local empieza a crecer nuevamente.

Es extremadamente curioso ver que mientras muchos aspectos de la vida social y productiva se siguen deteriorando, los procesos de producción local han hecho crecer por primera vez en cuatro años los índices nacionales de producción industrial.

Y más allá de muchas experiencias intentadas desde la asistencia comunitaria, varias Municipalidades del país, aplicando estos criterios, están logrando soluciones creativas y exitosas.

Valgan como ejemplos, los del Municipio de “General Viamonte”, en la Provincia de Córdoba; el Municipio de “San Patricio del Chañar” en la Provincia de Neuquén; o el Municipio de “La Paz”, en la Provincia de Entre Ríos, que tienen cuentas saneadas, carecen de desocupación y se proyectan al futuro con una expectativa de la que carece buena parte del resto del país.

Cualquier observador diría, con razón, que son solo tres entre varios miles, pero aún siendo pocos, ejemplifican que se pueden desarrollar con éxito políticas de desarrollo local, a pesar de la situación de dificultad general.

Y muestran la validez de las propuestas de “localización”, porque ninguno de esos municipios tuvo una situación diferente al resto del país, ni fue beneficiado por ninguna otra circunstancia particular.

Es decir, que dentro del mismo marco económico e igual contexto político, los que apostaron al desarrollo local y autosostenido han logrado un éxito irrefutable.

Poco a poco y casi sin darnos cuenta, la Argentina se está reconstruyendo desde sus mismas bases, validando, sin haberlo buscado, formas de regionalización y participación comunitaria, que hace solo unos meses no hubieran sido aceptadas mayoritariamente.

Pero hay que señalar que esto esta sucediendo fuera del marco de los partidos políticos tradicionales, que siguen atados a las enunciaciones “magníficas”, masivas y vacías.

Es cierto. Los problemas macroeconómicos deben ser resueltos por expertos, pero un pueblo con carencias graves no puede esperar los tiempos que ellos necesitan.

Entre tanto el Desarrollo Local, se muestra como la alternativa posible.

domingo, agosto 25, 2002

ARGENTINA, UN EXTRAÑO PAIS..

Este “granero del mundo” con cincuenta y siete por ciento de pobres y veintisiete por ciento de indigentes, sobre una población total de 36 millones de personas, representa una paradoja de imposible comprensión si se ignoran algunas de sus características culturales.

Este país, en el que Joseph Stiglitz (a pesar de su reconocido e indudable perfil capitalista), es ovacionado por una izquierda que sólo escucha lo que quiere oír, y en el que la Reunión Temática Argentina del Foro Social Mundial (a pesar de su franco perfil contestatario), es boicoteada con su ausencia por la mayoría del sector “piquetero”, parece tener un alma sólo comprensible si se reconoce su casi irreversible tendencia a la destrucción propia y recíproca.

Una autodestrucción que parece encontrar un mórbido solaz en la autocompasión asociada a culpar a los demás de los propios problemas, sin buscar las salidas que puede tener en sus manos, porque esas salidas no se alcanzan a imaginar, o implican esfuerzos que no se desea hacer, o significan esperar tiempos que no se quieren aguardar, o contradicen las expectativas de solución que, según cierto discurso social dominante, deben ser ofrecidas por otros, y deben ser dadas, ya.

Si no fuera por el dramatismo del hambre doméstico que crece sin parar y el deterioro irreversible de algunos sectores sociales, esto podría ser motivo de muchos chistes de humor negro y de dudoso gusto.

Pero el absurdo supera toda comicidad para entrar en el plano de lo dramático.

Más, cuando, de cara a las elecciones, los viejos políticos olvidan la responsabilidad que les cabe en la actual situación y pretenden continuar con sus liderazgos repitiendo promesas vacías, que sólo hacen pensar en el desprecio que muestran hacia nosotros, los ciudadanos de a pié.

No hace mucho, me encontraba casualmente en una mesa de café a la que se acercó un político integrante de uno de los sectores más cuestionados del gobierno de la Provincia de Córdoba, y en cierto momento dijo textualmente “ahora, ha llegado la hora de nosotros, los honestos”.

Mi estupor fue tal, que hasta el día de hoy, un par de meses después, lo sigo recordando con asombro y sin poder explicarme como habrá de ser la intimidad de tan extraño personaje, que intenta ser parte, al mismo tiempo, de los aspectos más oscuros y más luminosos de la realidad social, esperando que esa ambigua pertenencia le permita seguir en el poder como líder (ayer de los desaguisados y hoy de los esperados cambios).

Extraño país, Argentina, en el que los mismos que hace unos meses se quejaban de que los desocupados no les dejaban circular con libertad a causa de sus manifestaciones callejeras de protesta, hoy lideran reclamos sociales con visos de líderes natos, asociándose sin memoria con aquellos que ayer miraban despectivamente.

Extraño país en el que se vuelve a discutir sobre los mismos viejos personajes de la política y las mismas viejas ofertas a la hora de proponer candidatos e ideas para las próximas elecciones presidenciales, como si una superestructura cultural operase a modo de corset de hierro de las ideas y de las iniciativas, encerrándolas en un círculo de eterna repetición.

Extraño país, en el que la pobreza y la miseria venían creciendo en forma alarmante desde hace muchos años, pero que sólo pareció volverse importante, cuando afectó a los ahorros de la clase media (a la que, por otra parte y por extraña coincidencia, pertenecen la mayoría de los periodistas).

Momento a partir del cual, los reclamos de sectores tradicionalmente postergados parecieron adquirir derechos de primera plana, como si fueran inéditos, y que parecen haber hecho que, asombrosamente, todos de la noche a la mañana, descubriéramos que éramos muy, pero muy pobres.

¿Tanto cambiamos en tan poco tiempo?

¿O es que no nos reconocíamos antes, o no nos reconocemos en este momento?

No dejo de lado la consideración del hambre extremo, que ha aquejado a muchos de nuestros compatriotas desde antes de ahora, cuando todavía buena parte de nosotros nos creíamos parte del primer mundo.

Ni ignoro la pérdida de los ahorros de un importante sector de la clase media, y la quiebra del sistema bancario.

Pero algo falla en nuestra propia imagen.

Ni antes éramos el país desarrollado que decíamos ser, ni ahora estamos en la situación de extrema pobreza que argumentamos.

Tenemos intactos muchos de nuestros recursos y la capacidad humana disponible es excepcional.

Quizás debamos preguntarnos porque no somos capaces de movilizar nuestras propias potencias, o porque no podemos ajustar nuestras imágenes a la realidad de lo que somos y de lo que nos rodea.

Al volver, ahora, a discutir como nuevos, los viejos y gastados liderazgos, ¿no estaremos mostrando que la incapacidad para reconocernos nos impide asumir la responsabilidad de nuestra propia conducción, como gentes maduras que se hacen cargo de sus actos y de sus aciertos y errores?.

Cuando los sectores afectados salieron a la calle a reclamar por lo que habían perdido, las asambleas barriales mostraron su potencia como formas de representación y semillero de nuevos líderes.

En estos grupos se reunieron sectores muy diversos, y si algunos eran adeptos a propuestas violentas, otros se mostraron decididamente partidarios del esfuerzo propio y solidario.

Lamentablemente, la confusión de tan distintas agrupaciones, y la fuerte manipulación que algunos sectores intentaran sobre esos incipientes grupos de democracia directa, pudieron haber desalentado la experiencia, pero en esas reuniones pudo verse el germen de la voluntad de llegar a un gobierno maduro, por parte de un pueblo que quería serlo.

Y en esas reuniones y asambleas, muchos de los que se animaron a proponer repetir con esfuerzo y sin violencia, la gesta de nuestros abuelos (que con mucho menos recursos construyeron la base de lo que hoy tenemos), sugerían tener la fuerza y la capacidad para llevar adelante su propuesta.

¿Pudo asustar, ese nuevo movimiento, a las endurecidas estructuras del poder local?

¿Pudo, esa vieja dirigencia, incapaz de vivir fuera del Estado, temer por la pérdida de sus espacios políticos?

El llamado a elecciones pareció cerrar ese proceso de apertura hacia nuevos líderazgos, al volver a replantear la discusión alrededor de los antiguos sectores de poder.

Sin embargo, nadie ha podido capitalizar esa fuerza social que se exhibe larvada a la espera de una renovación de cuadros y propuestas.

Mientras tanto, los pequeños talleres y las pequeñas fábricas vuelven a abrir las puertas que una mala política pública había condenado a la desaparición.

Poderosos lazos sociales se renuevan y más allá de cierta superficialidad de muchas propuestas, la solidaridad, base de construcción del tejido social, vuelve a instaurarse como valor importante.

Faltaría encontrar la manera de reunir a las gentes de buena voluntad, para que aproveche de sus capacidades en la reconstrucción del mundo que legaremos a nuestros hijos.

Si miráramos un poco más allá de nosotros mismos veríamos que no estamos tan mal como creemos, que estamos muy lejos de ser los dueños del sufrimiento del mundo, y que, con nuestro esfuerzo sostenido, podremos recuperar buena parte de lo que creemos desaparecido.

Incluso, es probable que podamos crear un mundo mejor.

Quizás más frugal, pero más sólido y más maduro.

Pero para eso parece necesario que dejemos de esperar que otros resuelvan nuestros problemas y nos aboquemos al esfuerzo de recrearnos.

Reconstruir la confianza en nosotros mismos puede ser el primer paso.

Reconstruir los lazos con el mundo que nos rodea, reconociendo nuestras responsabilidades y también los límites de los demás (que con frecuencia parecemos olvidar).

Animarnos a asumir los liderazgos necesarios para el diseño de nuevos programas de gestión

Reivindicar una inclaudicable honestidad y poner, con humildad, manos a la obra en la construcción de las pequeñas soluciones, que son, a la postre, el sustento en la edificación de cualquier país.

No sólo lo dijo Stiglitz.

También el Washington Post lo decía el 26 de abril pasado.

Es hora de que encontremos nuestras propias soluciones.

Sin duda, nuestros hijos nos lo agradecerán.



Envíanos tu comentarios, críticas y sugerencias a: eig@gmx.net

domingo, enero 20, 2002

El Futuro Argentino está en nuestras manos.

Enero de 2002.

Sumergidos en múltiples torbellinos de acontecimientos sociales violentos y caóticos que tienen a la Argentina por escenario, parecemos incapaces de librarnos de la confusión, y mirarnos a nosotros mismos y a nuestro entorno, con la mínima serenidad de juicio que nos permita asumir las conductas y los roles que colaboren a resolver los conflictos en los que estamos inmersos.

Repentinamente, el mundo parece haberse derrumbado y sólo se oyen acusaciones y expresiones de resentimiento y rencor.

Todo es desesperación y pesimismo.

Y el mañana se ha esfumado en la incertidumbre.

Pareciera que es tiempo de recordar aquellas palabras de Alberto Einstein: "El mundo que hemos creado como consecuencia de nuestra forma de pensar, tiene problemas que no pueden ser resueltos, pensando del modo en que pensabamos cuando lo creamos".

Es probable que ningún miembro de nuestra generación recuerde una crisis tan profunda como la actual, porque aun en la época de la guerrilla y de los enfrentamientos internos armados de los años '70, a pesar de la conmoción social que entonces vivíamos, había creencias firmes y certezas indudables, sobre las que las personas actuaban.

Los setenta fueron años de emblemas y banderas que daban razones para vivir o para morir.

Hoy no hay estandartes, y las únicas banderas de lucha consisten en exigencias de dádivas y limosnas, que los sectores sociales empobrecidos reclaman, como un derecho, a los grupos de poder que hasta hace poco eran apoyados y vivados por aquellos.

La sensación general, es que no hay ninguna salida.

Que nosotros no podemos hacer absolutamente nada.

Que fuimos víctimas de un poder irreductible.

Y que sólo ese poder puede volver a salvarnos.

¿Y es que acaso nosotros no fuimos responsables de nada?
¿No tuvimos ningún grado de culpa en los sucesos que nos han tenido por parte?

Como adolescentes caprichosos, culpamos al mundo del fracaso de nuestras fantasías infantiles, olvidando las complicidades con que construimos día a día la catástrofe de nuestro mundo cotidiano.

Hoy, como hace ya bastante tiempo, los organismos internacionales repiten una frase que parece sonar misteriosa. "Elaboren un programa de gestión, y luego conversamos".

Un verdadero misterio, para quienes siempre hemos despreciado los proyectos y programas, porque nuestra picardía y nuestra "viveza criolla", necesitaban del solapado oportunismo y del pensamiento superficial que la planificación excluía; y porque la abstracción compulsiva que caracteriza nuestra cultura local, nos aleja sistemáticamente de la acción.


La Construcción del Futuro.

Pero, sobre ese campo desvastado de nuestra propia identidad absolutamente frustrada, se alza el compromiso de legar a nuestros hijos un futuro sustentable y digno.

Así como, a casi todos, se nos escapa el manejo de lo macro económico y de lo macro político, todos sin excepción tenemos diversos grados de gobernabilidad sobre nuestros mundos domésticos.

Y es ese el espacio de la construcción posible.

El desarrollo local no es un utopía.

La generación de mecanismos de autoproducción y autodemanda.
La revalorización de los instrumentos de gestión.
La utilización de los instrumentos de información y comunicación.
La profundización en las nuevos recursos de conocimiento, que permiten la comprension y el manejo de la complejidad.
La estructuración de redes de asistencia y contensión recíproca.

Son algunos de los innumerables medios de construcción que tenemos a la mano.

Tanto en el "Estudio IG", como en "Apadre", venimos trabajando desde hace muchos años en esa construcción de lo social.

Hoy te invitamos a hermanarnos en un abrazo solidario, a seguir creyendo en nosotros mismos, y a seguir trabajando en la construcción del mundo que queremos.

Hasta la próxima.