domingo, noviembre 16, 2008

Crisis económica y "sistema" mundial.

Lo que empezó en Estados Unidos como una crisis de las hipotecas “subprime”, devenida, poco después en crisis del sistema financiero global, y transformada finalmente en crisis económica y productiva planetaria, muestra, a las claras, que hay algo en el diseño del "modelo" económico que está desajustado respecto a la “realidad”que explica y regula.

Hace un tiempo, en esta misma página, hablábamos del debilitamiento del modelo capitalista anglosajón y del probable fortalecimiento del modelo capitalista renano.

Sin embargo, es probable que el problema vaya más allá de esa somera explicación y esté abarcando a las profundas miradas de mundo que proyecta la cultura occidental.

El progreso económico y científico, construido, aproximadamente, a partir del renacimiento, basado en la demitificación cultural, la acumulación individual de capital, el liberalismo político, el causalismo lineal y el mecanicismo newtoniano (por señalar los principales perfiles, a sabiendas que pertenecen a niveles de realidad diferentes), parecen ser parte de un modelo en profunda crisis, que va mucho más allá de los visibles desajustes sectoriales.

Todos los economistas estudian -y olvidan- que sus explicaciones responden a “modelos” específicos.

Y, como todos sabemos, los modelos son herramientas que ayudan mientras no se confíe demasiado en ellos, porque sólo muestran lo que aquellos que los configuraron consideraron relevante, omitiendo todo lo que “parecía” de importancia menor, o que en su momento era ignorado.

Nadie en su sano juicio confiaría su vida a los resultados del estudio de un modelo que lo involucre.

Sin embargo, los economistas lo hacen.

Y juegan su vida y la de los demás, a las resultas de complicados tramados de supuestos, que la realidad se encarga de desmentir, una y otra vez.

Por eso, este parece ser un momento oportuno para la reflexión.

Un tiempo para escucharnos los unos a los otros, y para revisar los modelos que subyacen a semejante desajuste global.

Una circunstancia en la que resulta oportuno pasar revista a las propuestas que analizan la realidad desde la mirada de los “sistemas complejos”.

En ese escenario, muy trabajado ya en temas de medioambiente, pueden estar las claves para re elaborar los nuevos modelos que motoricen la actual transición hasta otro orden global de relaciones entre los Estados, y entre éstos, sus propios pueblos y su entorno natural.

Me atrevo a sospechar que la crisis económica, no es la crisis de un “modelo económico”, sino la de un "modelo cultural", que si bien ha realizado indudables aportes a los seres humanos durante los últimos 500 años, está mostrando que debe dar lugar a otro modo de comprender y de explicar el mundo.

El desarrollo del “pensamiento complejo”, de explicaciones basadas en “sistemas complejos”, del reconocimiento de otros modos de causalidad e inferencia, están ya -luego de más de 100 años de elaboración de sus principios-, suficientemente maduros, como para ocupar un lugar prioritario entre las herramientas de abordaje a que se acuda para la gestión del cambio.

Un cambio que el ambiente social y natural del mundo entero espera y reclama.

Y que, más allá de toda retórica, resulta hoy indispensable producir.

miércoles, noviembre 05, 2008

¿Extraña coincidencia, o poderosa tradición?

Si revisas el mapa que grafica los resultados de la elección presidencial norteamericana en la que ha resultado elegido Barack Obama, verás hasta que punto se parece a los que describían la división del territorio de los Estados Unidos al tiempo de la guerra civil.

¡ Curiosa coincidencia !

Welcome Back, America.

domingo, octubre 19, 2008

1- Jode a tu compañero

Esta película -La Trampa. Qué pasó con nuestros sueños de libertad-, que puedes ver completa si miras las tres últimas entradas, muestra como diferentes concepciones sobre "la libertad", han determinado los sucesos históricos a lo largo de la historia, y explica muchos eventos actuales de la política el mundo, e incluso, indirectamente, ilustra sobre la crisis financiera global.

Aunque no se comparta el punto de vista, resulta un poderoso estímulo para la reflexión.

Director: Adam Curtis
Idioma: inglés/subtítulos español-italiano
Duración: 59 min
Año: 2007, Primera parte del documental The Trap: What happened to our dreams of freedom

2- El robot solitario

Director: Adam Curtis
Idioma: inglés/subtítulos español-italiano
Duración: 58 min
Año: 2007, Segunda parte del documental The Trap: What happened to our dreams of freedom

3- Te forzaremos a ser libre

Director: Adam Curtis
Idioma: inglés/subtítulos español-italiano
Duración: 58 min
Año: 2007, Tercer parte del documental The Trap: What happened to our dreams of freedom

jueves, octubre 09, 2008

Hoy, la crisis financiera. Ayer, el Muro de Berlín.

La crisis financiera que desde EEUU se expande hoy por el mundo, puede llegar a ser para el capitalismo anglosajón, lo que fue la caída del muro de Berlín para la Unión soviética, en noviembre de 1989.

“Die Wende”, como la recuerdan los alemanes, significa “el cambio”, la misma expresión con la que, dentro de un tiempo recordaremos los sucesos del año 2008, en el marco de los nuevos escenarios que habrán de sustituir, necesariamente, a los que actualmente han mostrado su fracaso.

Es curioso ver como, en el brevísimo lapso de menos de dos décadas, dos regímenes enfrentados, que confrontaban por la aplicación principista de diferentes modelos, colapsan por debilidades propias e inherentes a cada uno de ellos.

La Unión Soviética colapsó por la imposibilidad práctica de encontrar, a escala doméstica, el hombre solidario y cooperativo que el sistema comunista presumía que existía en cada trabajador.

La estupidez y la codicia del hombre común y de sus líderes, fueron factores que corroyeron los cimientos de la estructura comunista. Y esas características negativas no pudieron ser superadas, a pesar de los esfuerzos realizados en ese sentido por la “dictadura del proletariado”, que, supuestamente, debió haber transformado la sociedad, por la intervención constructiva de las masas obreras y campesinas.

Estupidez y codicia, que se repitieron en el modelo capitalista anglosajón, que, sometido a un corporativismo ciego, necesitó incrementar infinitamente sus ganancias, provocando lo que finalmente sucedió, el desplome del sistema.

La caída del comunismo soviético incidió en el desarrollo posterior de todo el mundo; tanto como sobre la evolución del sobreviviente comunismo chino, que, aún desde el férreo control estatal, fue incorporando muchos elementos del modelo capitalista, aproximándose cada vez más a una economía de mercado de matriz occidental.

Entretanto, la implosión del capitalismo anglosajón, parece estar demoliendo al fundamentalismo de mercado, en un proceso que parece análogo al que precedió a la caída del muro de Berlín.

¿Va a morir el capitalismo, contracara económica del liberalismo político?

No, pero, del mismo modo que no murió el comunismo luego de la desintegración de la Unión Soviética, es probable que en el futuro, el capitalismo evolucione hacia el fortalecimiento del modelo “renano”, equivalente, en líneas generales, a las propuestas de la social democracia europea.

Curiosa coincidencia histórica, la de orientarse, todos los actores, a modos mixtos de libertad y control, que aún conservando profundas diferencias liberan ciertas escalas del mercado, mientras fortalecen los mecanismos de planificación y supervisión controlada.

Por diferentes vías, los fracasos de comunistas extremos y de capitalistas extremos, parecen acercarse a un modelo futuro de gestión de la producción, que va a hacer cada vez más posible la articulación de políticas globales a escalas de gobiernos, de cierta clase de corporaciones y de otros actores sociales.

Entretanto, es probable que el orden que se avizora, también permita la internalización efectiva de los costos ambientales y sociales, que hoy se argumentan, pero que no aplican, porque, en muchos casos, la feroz competencia no lo admite.

Y es probable también que ese nuevo orden, reconozca un lugar más relevante a los ciudadanos de a pié.

Si esto sucediera de ese modo, estaríamos dando un paso gigantesco hacia un mundo mejor, para nosotros y para todas las generaciones que habrán de seguirnos.

miércoles, octubre 01, 2008

Crisis financiera y gestión ambiental

Sorprendidos y azorados frente a la implosión del sistema financiero internacional, nos preguntamos sobre sus posibles consecuencias sobre la gestión ambiental y el desarrollo local sustentable.

Más allá de que es necesario esperar a que se “aquieten las aguas” para hacer una evaluación más consistente, hay algunas cosas sobre las que pareciera posible anticipar algunos criterios.

Recordemos en primer lugar, que dentro del capitalismo actual, coexisten y compiten dos modelos, que, sin descreer de los principios básicos liberales, articulan de diferentes modos los componentes del sistema.

El que a nosotros nos resulta más familiar es el capitalismo “anglosajón”, que intenta optimizar sus resultados económicos en el corto plazo, confiando, básicamente, en el mercado, reduciendo la planificación y la intervención estatal a escalas mínimas.

Mientras que, con un nombre menos repetido, el capitalismo “renano”, busca la optimización de sus resultados en el mediano y largo plazo, para lo cual se valorizan la planificación y el control, se estimula la internalización de costos sociales y ambientales y se restringe la primacía del mercado.

Se trata de matices, pero de matices muy importantes en lo referido a la libertad de mercados, a la intervención estatal y a la planificación económica general.

Por su parte, y haciendo una gran generalización, dentro del marco del capitalismo anglosajón se prioriza, en los hechos, el rol de las corporaciones, mientras que dentro del contexto del renano, el Estado conserva su rol prioritario

En la salvaje competencia económica, el capitalismo anglosajón se impone, con bastante facilidad, al capitalismo renano en el corto plazo, porque el primero externaliza costos sociales y ambientales; mientras que el segundo los internaliza, complejizando la gestión productiva e incrementado precios finales, si bien, éste se muestra mucho más consistente en optimizar la gestión en el largo plazo.

Sin embargo, el capitalismo anglosajón, aparentemente imbatible, respecto al modelo renamo o a los planteos sociales, ha mostrado, para sorpresa de muchos, su extrema debilidad “frente a si mismo”.

La ficción respecto a la capacidad autoregulatoria del mercado, ha exhibido su evidente inconsistencia, y la fantasía de que la externalización de costos ambientales y sociales mejora el desempeño, ha llegado a su fin abruptamente.

Por otra parte, si bien los sucesos se explicaron, originalmente, como una crisis de parte del sistema financiero mundial, su evolución ha puesto en evidencia que lo que esté en juego es mucho más que eso, porque las intervinculaciones en un sistema globalizado, hacen prácticamente imposible que la disfunción de un sector, no produzca efectos en todo el sistema, aunque los mismos sean de diferente carácter que el original.

Además, en cuanto los aspectos monetarios y financieros de la economía no son ni más ni menos que fe social (traducida en los discursos como “confianza”), destruida la fe, se derrumba la estructura que la soporta dándole sentido.

(Sin perjuicio de que el caos resultante, puede beneficiar, en el mediano plazo, a los actores más fuertes del sector corporativo, que verán incrementado su poder económico y de gestión, al tiempo que también puede llegar a cambiar el orden político internacional y de relaciones entre los Estados porque no debemos olvidar que, más allá del orden de intercambios comerciales, China es el principal acreedor de los Estados Unidos y el debilitamiento económico de USA, puede desequilibrar los respaldos de la estructura productiva china.)

¿Qué puede pasar?

En medio de la crisis es difícil proyectarse sobre sus posibles resultados, pero desde la mirada ambiental y del desarrollo, podemos atisbar algunas consecuencias:

La primera es que es posible que, en la economía real, haya un debilitamiento de los volúmenes de producción, lo que puede incidir positivamene en el ambiente, por una menor presión sobre los sistemas naturales.

Sin embargo, en segundo lugar, la retracción en la demanda global de bienes y servicios, en lo inmediato, va a presionar los precios a la baja en los mercados, entorpeciendo la internalización de costos ambientales y sociales por parte de los actores insertos en el mercado global, sin perjuicio de que en el mediano y largo plazo, el fortalecimiento del capitalismo renano pueda llegar a revertir la situación.

En tercer lugar, el debilitamiento de las estructuras globalizadas, va a estimular los procesos de autodesarrollo -entendidos como aquellos que se producen mediante la afirmación de procesos de satisfacción de necesidades locales, en el marco de los recursos propios, mediante el uso de tecnologías intermedias-, usualmente más armónicos con los ciclos naturales.

La síntesis, es que la crisis del mercado financiero, devenida en crisis del capitalismo anglosajón, va a cambiar los posibles perfiles de la gestión ambiental y del desarrollo local, generando nuevas posibilidades y nuevos riesgos, que habrá que asumir para aspirar a una administración inteligente de ambos.

Esto exige un cambio en el punto de vista de los líderes, que habrán de fortalecer el principio de “hacer lo que se puede, con lo que se tiene”, validando las capacidades de cada comunidad para proveer por si misma a la satisfacción de sus necesidades básicas, estimulando el “empoderamiento” de sus miembros y dejando de lado la espera de ayudas, por parte de quienes ya no podrán darlas.

Y, sin dudas, va a ser necesario generar nuevas redes de cooperación, afirmando conductas solidarias, para que cada sociedad sea capaz de contener y transformar creativamente a las personas que se verán afectadas por los cambios.

sábado, agosto 30, 2008

"La máquina de Dios"

El 10 de setiembre próximo, los seres humanos pondremos en funcionamiento, en Suiza, lo que ha dado en llamarse "la máquina de Dios".

Ese día, en el Centro Europeo de Investigación Nuclear (CERN), en los Alpes, a cuarenta metros de profundidad, comenzará un experimento inédito que buscará recrear las condiciones del Bing Bang, que dió comienzo al universo.

Uno de los objetivos es producir mini "agujeros negros", fenómenos espaciales que consisten en unidades cósmicas similares a planetas o estrellas, pero tan masivos que ni siquiera la luz puede escapar de ellos.
En el espacio de metros cúbicos pueden contener galaxias enteras, comprimidas la límite de la materia, con tal grado de atracción gravitatoria que degluten todo lo que hay a su alrededor, sin que nada pueda evitarlo.

Loa "agujeros negros" que se espera se produzcan en el CERN, tendrán una vida de brevísima, tiempo después del cual se espera que se evaporen.

Hasta allí todo bien.
Sin embargo, existe la posibilidad de que alguno de esos micro agujeros no se evapore y consolide una vida estable.
En este caso la Tierra entera estará destinada a ser engullida por él, porque no hay manera de destruirlo.
Si bien las posibilidades de que esto suceda son escasísimas, no son inexistentes (ver).

Y en el caso de suceder, pueden pasar dos cosas, de acuerdo a la velocidad del proceso de absorción del planeta por parte del mini agujero.
Un grupo de científicos, sostiene que de materializarse esta posibilidad, el proceso sería muy lento, lo que le permitiría al hombre tomar algún tipo de precaución.
Pero otros sostienen que la deglusión total del planeta podría concretarse en no más 50 meses....

¡¡¡¡ Y todo esto lo van a averiguar después de que el experimento ya esté en marcha...!!!!.

En el peor de los escenarios, en 10 días habremos iniciado la cuenta atras hacia el final de nuestro mundo.

Te confieso que me preocupa, y me digo: ¿que haré, si esto se concreta?

¿Sabes que?, voy a reiterar mi afecto y mi amor a todos lo que quiero.
Voy a pedir disculpas por todas mis necedades, y voy a pedir perdón y perdonar a los demás y a mismo, por todos los actos de error, de falsedad, de hipocrecía, de ineptitud, de aprovechamiento, de ofensa, o de dolor, que cada uno pudiera haber producido.

Voy a contemplar las salidas y las puestas de sol que desaparecerán, recordando el poema "Vendrán lluvias suaves", que transcribe Ray Bradbury (creo que) en las Doradas Manzanas al Sol....(¿o era en Crónicas Marcianas...?)

¡¡¡ Y voy a ser feliz de haber vivido !!!

Pienso en un poema de Jorge Luis Borges, "Las causas", que transcribe en Historia de la noche:

Los ponientes y las generaciones.
Los días y ninguno fue el primero.
La frescura del agua en la garganta
de Adan. El ordenado paraiso.
El ojo descifrando la tiniebla.
El amor de los lobos en el alba.
La palabra. El exámetro. El espejo.
La Torre de Babel y la soberbia.
La luna que miraban los caldeos.
Las arenas innúmeras del Ganges.
Chuang-Tzu y la mariposa que lo sueña.
Las manzanas de oro de las islas.
Los pasos del errante laberinto.
El infinito lienzo de Penélope.
El tiempo circular de los estoicos.
La moneda en la boca del que ha muerto.
El peso de la espada en la balanza.
Cada gota de agua en la clepsidra.
Las águilas. Los fastos. Las legiones.
César en la mañana de Farsalia.
La sombra de las cruces en la tierra.
El ajedrez y el ágebra del persa.
Los rastros de las largas migraciones.
La conquista de reinos por la espada.
La brújula incesante. El mar abierto.
El eco del reloj en la memoria.
El rey ajusticiado por el hacha.
El polvo incalculable que fue ejercitos.
La voz del ruiseñor en Dinamarca.
La escrupulosa línea del calígrafo.
El rostro del suicida en el espejo.
El naipe del tahúr. El oro ávido.
Las formas de la nube en el desierto.
Cada arabesco del caleidoscopio.
Cada remordimiento y cada lágrima.
Se precisaron todas esas cosas
para que nuestras manos se encontraran.

Si ese hipotético micro agujero negro se engullera a la tierra en los próximos 50 meses, sería como volver atras en todo ese tiempo que describe Borges.
Pero lo fantástico de todo eso, es que la sonrisa todavía tendría sentido.

martes, agosto 05, 2008

Una historia de las cosas..., que olvida la historia de la cultura

Un video interesante que divide a la sociedad -a nuestro criterio, incorrectamente- en víctimas y victimarios; además de omitir el hecho de que la sociedad que hoy vivimos es consecuencia de milenios de relaciones y desarrollos culturales.
Si hoy se detuviera toda esa inmensa maquinaria industrial, las personas (en especial la de las ciudades) no sabrían que hacer, pudiendo generarse situaciones dramáticas.
Para los que vivimos en Argentina, nos basta ver el caos que se produce cuando falta la electricidad un par de días, o la inactividad del sector agrario demora la llegada de bienes de consumo a las góndolas de los supermercados.
El desafio podría estar en modificar la sociedad que alimenta esa forma de producción industrial: ¿será posible?.
Nosotros, porque creemos en el futuro, preferimos concentrar nuestro esfuerzo en potenciar el desarrollo local, antes que desgastarnos en la lucha contra un orden de relaciones que, en parte, es provocado por nosotros mismos.

miércoles, julio 02, 2008

La mirada luminosa

A pesar de que no nos une ninguna relación con REPSOL YPF, y que pudieramos tener algún conflicto de derechos por el uso de la frase "Inventemos el Futuro", registrada por nosotros hace varios años, como dominio ".com" y como nombre de programa en la radiodifusión argentina, nos parece tan bella y potente la publicidad que han realizado, que nos permitimos repetirla en nuestro sitio, porque más allá del aspecto empresario, expresa exactamente el espíritu con el que encaramos toda nuestra gestión personal y grupal.

La mirada oscura

No todos están de acuerdo con la mirada positiva y potente que presenta el comercial de REPSOL YPF, "Inventemos el Futuro", y replican con otra visión de horror.
Pero no nos olvidemos que todos los seres y las cosas tienen siempre y simultáneamente diferentes aspectos, oscuros y luminosos.
Este video presenta la visión oscura.
Pero nosotros, sin negar lo negativo, preferimos adherir a la mirada que llena los ojos de horizontes y el corazón de esperanzas.

jueves, marzo 06, 2008

Argentina.
Energía, medio ambiente y territorio.

Acostumbrados a ser oyentes de un discurso ambiental naturalista, solemos ignorar que los procesos ambientales suceden integrados con los desarrollos tecnológicos, configurantes del entramado de nuestra cultura.

A su vez, todos los sucesos naturales, y por ende, los sucesos humanos, se producen asentados en territorios definidos.

La energía, base primaria de nuestras vidas y de nuestra actividad productiva, no es ajena a ello.

Así, medio ambiente, energía, tecnología y territorio, constituyen aspectos inseparables, que se interdefinen y se reformulan una y otra vez.

Por eso, la crisis energética por la que atravesamos se proyecta sobre todos esos aspectos, por lo que el modo correcto de buscar alternativas de solución, es analizando su inscripción en ese marco complejo.

Hasta ahora, al menos por lo que podemos deducir de las escasas manifestaciones públicas realizadas por nuestras autoridades, las posibles soluciones que se buscan para satisfacer la carencia local de energía, giran alrededor del análisis de dos aspectos funcionales, producir más y consumir menos, descuidando la opción estructural de administrar mejor la energía que producimos, relacionándola con la posible aplicación de otras tecnologías y con la gestión de la distribución territorial de los consumos.

Por su parte, este análisis territorial que aconseja toda buena mirada política, puede ofrecernos inesperadas y sorprendentes soluciones en campos aparentemente ajenos al tema, en la medida en que pueden definir otra concepción geopolítica y ser motivo una amplia planificación estratégica que llegue a cambiar la estructura social y productiva argentina.

Si hacemos una análisis de la ubicación de las principales fuentes de producción de energía que no dependen de la disponibilidad de combustibles fósiles, veremos que las mismas están ubicadas en zonas muy específicas: en la zona cordillerana, el norte del país y en la patagonia.

Para acercar la energía producida en esas zonas a los centros industriales del cinturón porteño, se requiere de miles de kilómetros de tendidos eléctricos de alta tensión, que por la resistencia y el calor que naturalmente generan, producen una pérdida de casi el 30 por ciento de la energía total.

Frente a ello existe una solución técnica de muy alto costo, como sería la de hacer las trasmisiones de energía con sistemas de corriente continua (en lugar de la alterna que hoy se usa), que bajaría la pérdida a menos del 1 por ciento, lo que, en abstracto, nos daría disponibilidad sobre el todo excedente.

Esto requiere de cálculos comparativos de disponibilidades e inversiones actuales y futuras, en relación a construir nuevas centrales o cambiar al sistema de transmisión, pero a largo plazo, teniendo en cuenta los problemas energéticos que se avecinan en el mundo, nos daría indudables ventajas, al agregar disponibilidad energética sin necesidad de aumentar la necesidad de fuentes de energía primaria.

Pero también, el sólo hecho de acercar físicamente los emprendimientos industriales a los centros de producción, nos reportaría una disponibilidad energética equivalente a varias centrales, sin necesidad de agregar un sólo kilovatio a la producción actual, si bien esto podría requerir de un replanteo del funcionamiento del sistema interconectado nacional.

De todos modos, vemos que, ir reorientando la radicación y reasentamiento de industrias hacia las zonas de mayor producción energética, podría, en el mediano plazo, mejorar notablemente la ecuación “producción - consumo” de energía, en un mundo en el que, como decíamos, la energía se va a ir transformando en un factor cada vez más crítico.

Avanzando en este análisis, nos encontramos frente a una situación absolutamente afortunada: dos de las principales zonas de producción de energía por fuentes naturales, el norte y la patagonia, se corresponden con los dos principales corredores bioceánicos, cuyo estudio y propuesta de concreción viene realizándose desde hace muchos años, y a los que se les han apostado grandes y sostenidos esfuerzos: los corredores “Porto Alegre – Antofagasta”, al norte (que ha merecido un muy reciente reclamo por parte de las provincias interesadas), y “Bahía Blanca – Concepción” al sur.

Ambos de gran valor estratégico tanto para el desarrollo de la macroregión, como de las economías locales que se verían fuertemente beneficiadas.

En los dos casos, se cuenta con infraestructura portuaria, caminera y ferroviaria, que sería necesario optimizar para materializar sistemas de transporte multimodal eficientes y efectivos, pero buena parte de esos recursos (al menos para hacer las inversiones básicas) podrían provenir de la postergación de obras de lujo (como la construcción del “tren bala” que unirá Buenos Aires con Rosario y Córdoba), y de apoyos y aportes de los países que se verían directamente beneficiados (como Brasil, Paraguay, Bolivia y Chile, en el norte; y Chile en el sur), y de todos los que pudieran obtener beneficios indirectos al facilitar sus sistemas de tráfico y transporte.

A su vez, se integrarían perfectamente con el diseño de las redes de grandes poliductos, que, desde Venezuela al sur, se proponen para toda América Latina.

Por su parte, que la radicación de industrias lejos de los puertos de Buenos Aires y Rosario, no obstaculiza su éxito, lo ejemplifican las estructuras industriales de Córdoba, Mendoza o San Luis (mencionadas sólo como ejemplo), y en especial esta última que, más allá de las simpatías o antipatías que genere su gobierno familiar, ha sabido llevar adelante un sólido plan de desarrollo sin siquiera contar con fuentes propias de energía.

Otro beneficio adicional, lo lograrían tanto la Ciudad como el gran Buenos Aires, al disminuir la presión territorial debida al crecimiento urbano e industrial, que plantean problemas que se acercan, cada vez más, a lo irresoluble.

Obviamente, llevar a la práctica una propuesta de este tipo, implica el replanteo de una política territorial implícita, que ubica a la Ciudad y al puerto de Buenos Aires como nodos de todo el desenvolvimiento de la vida de la República Argentina, determinando una reestructuración mucho más armónica y racional del territorio de todo el país.

El creciente problema de la energía, que en el momento actual y en nuestro país, puede deberse a la aplicación de malas políticas locales, se encuadra en las crecientes exigencias que plantean el progresivo agotamiento de los hidrocarburos, lo que en el mediano y largo plazo, puede llegar a condicionar el futuro de toda la cultura humana.

La intensión de este esbozo, propuesto desde la gestión del ambiente y del territorio, es sugerir otra perspectiva respecto al modo de abordar el problema energético, revisando tanto sus aspectos funcionales como los estructurales, para que se busque, junto a las soluciones de corto plazo, otras capaces de generar líneas estratégicas de largo alcance, destinadas a mejorar la calidad de vida de todos, además de mejorar nuestro esquema de inserción en el mundo.



domingo, febrero 03, 2008

Argentina.
Papeleras, minería y lámparas de bajo consumo.

Una repetida frase que expresa un principio de conducta habitual de los ciudadanos comunes respecto del medio ambiente, dice, en su versión original inglesa “not in my garden”, que traducido al español repite literalmente “no en mi jardín”.

Buena parte de los militantes anti papeleras uruguayas (que no las argentinas, que son tratadas en forma mucho más tolerante), se olvidaron de ENCE, cuando la empresa española decidió cambiar su ubicación.

En otras palabras, ese aparentemente nuevo principio, “not in my garden”, no es otra cosa que el viejo proverbio, repetido por las abuelas: “ojos que no ven, corazón que no siente”, lo que aplicado a lo que vamos a analizar, significa que sólo damos relevancia a lo que vemos.

Esto viene a cuento, porque el gobierno argentino, que tanto apoyo dio a la lucha de los vecinos de Gualeguaychú en contra de la contaminación potencialmente causada por las papeleras de Fray Bentos, ha decidido promover la distribución de varios millones de lamparas de bajo consumo para tratar de lograr el loable propósito de disminuir el consumo eléctrico y optimizar el sistema nacional de producción y uso de la energía.

Lo llamativo es que las lámparas de bajo consumo que se distribuirán tienen entre sus componentes gas de mercurio, un elemento que produce graves consecuencias sobre la naturaleza y la vida del hombre, y es, junto con el cianuro, uno de los componentes más peligrosos de otra actividad, la minera, también muy cuestionada últimamente en la Argentina.

Para conocer las consecuencias del mercurio sobre la vida de la naturaleza y del hombre, basta con revisar los estudios públicos de la USEPA (United States Environmental Protection Agency), que reduce cada vez más los rangos mínimos de tolerancia, por sus graves consecuencias sobre la salud.

El mercurio se incorpora a la vida de los seres vivos, por varias vías, pero la que ahora nos interesa es la que se produce por liberación de sus gases a la atmósfera, permitiendo la formación de metilmercurio, que según los expertos, es el complejo mercurial orgánico más común, que se forma cuando el mercurio elemental se libera al ambiente y se transforma a través de los procesos de metilación en complejos orgánicos.

Sus consecuencias dañinas sobre la vida humana son innumerables, entre las cuales se pueden describir, muy sucintamente, que es neurotóxico, que daña al sistema inmunológico, y en ciertos casos de intoxicación severa, puede llevar a la ceguera y al retardo mental.

Una de las vías más frecuentes de ingreso al organismo, es por respiración de sus gases, que es, exactamente, lo que contienen las lámparas de bajo consumo.

También los tubos fluorescentes contienen gases de mercurio, así como muchas de las lámparas que se usan en la iluminación de la vía pública, pero eso no quita, sino que agrega gravedad al problema.

En Argentina, se tiene escasísima conciencia de la gravedad de esta situación, por lo que no hay unidades de tratamiento de las lámparas agotadas, y de ese modo, vemos que, salvo escasas excepciones, se depositan junto a la basura común y hasta suelen ser destruidas por simple diversión.

Esto constituye todo un tema, que merece un tratamiento mucho más profundo que el que permiten estas pocas líneas.

Sin embargo, es mi intensión resaltar la paradoja de una política que estimula el cuestionamiento tanto a las pasteras extranjeras, como al uso de cianuro en las explotaciones mineras, mientras que estimula otros procesos de contaminación mucho más graves.

Lo notable, también, es que los posibles problemas de contaminación, tanto de las pasteras, como de la minería resultan, a la postre, problemas puntuales y localizados, mientras que la promoción al uso masivo de lámparas de bajo consumo, tiende a una contaminación masiva y generalizada de todos los centros urbanos del país.

Como este tema del contenido de gases de mercurio en estas particulares luminarias es conocido, ya se han realizado algunas aclaraciones (en forma silenciosa para no agitar el problema) respecto a que el nivel de los componentes tóxicos es muy bajo, y hasta en algunos casos, se compara, falazmente, la cantidad de mercurio de las lámparas con el contenido de mercurio de los termómetros.

En contra de ello, señalemos, que aún reconociendo que el contenido de mercurio de las lámparas es bajo, todavía no se conocen fehacientemente cuales son los umbrales de tolerancia, y que, como decíamos más arriba, las nuevas investigaciones hacen que la USEPA disminuya cada vez más los rangos de admisibilidad.

Por su parte, la comparación con los termómetros es falaz, porque si bien los porcentajes de contenido de mercurio son como se señala, la masividad del uso de unos y otros, y los indices de reposición son absolutamente diferentes.

De todas maneras, esta es una discusión técnica, que sólo abordo tangencialmente, porque lo que me interesa señalar es el diferente tratamiento que se da a similares problemas, motivados en conveniencias ocasionales.

Así, mientras la lucha en contra de las pasteras uruguayas y en contra de las multinacionales mineras, permiten la generación de “causas nacionales”, la introducción de las lámparas de bajo consumo, se presenta como una actividad patriótica y de solidaridad social.

En otras palabras, mientras en los casos de las pasteras y mineras extranjeras, la posible contaminación es resaltada más allá de toda lógica, en el caso de la indudable contaminación que producirán las lámpara de bajo consumo, se omite abiertamente.

Comparemos: por un lado, se acalla que las pasteras argentinas usan la peor tecnología y contaminan, silenciosamente, de modos alarmantes; en tanto respecto a la minería, se omite que toda nuestra estructura de bienes y servicios está basada en el uso de productos mineros.

Claro, la contaminación producida por los gases de mercurio, no se ve ni se percibe en forma inmediata, por lo que una y otra situación no incide del mismo modo en la población, que no se siente amenazada, por “lo que no ve”; y menos aun, cuando quien promueve ese cambio de “lamparitas”, es el mismo que, en otros aspectos, se presenta como paladín de un “cierto modelo” de conservación ambiental.

Y decimos de “cierto modelo” de conservación ambiental, porque lo que resulta cuestionable no es el reparto de las lamparitas, en si mismo, sino la manipulación irresponsable del discurso ambiental, y su sujeción a criterios políticos de coyuntura, en el marco de los cuales las reglas que se aplican en cada caso son diferentes, nacidas de necesidades políticas inmediatas y no de requerimientos ambientales.

Esa notable e irresoluble contradicción, muestra que el modelo que se está usando es superficial y parcialmente inadecuado.

Y, ¿cual es entonces el modelo adecuado para gestionar el “ambiente” sin las contradicciones señaladas?.

En primer lugar, debemos asumir que ciertos grados de transformación del ambiente, contaminación incluída, están íntimamente ligadas al modelo de desarrollo que caracteriza a nuestra cultura.

Por ello, planteos como el referido a la instalación de las papeleras uruguayas, al volverse absolutos, quedan fuera de la realidad.

Lo mismo pasa con el rechazo genérico a las actividades mineras, porque desde los orígenes de nuestras sociedades la minería estuvo tan integrada a la cultura que hasta dividimos las épocas históricas en “edad de piedra”, “edad de bronce”, o “edad de hierro”.

En segundo lugar, es necesario reconocer que una buena administración ambiental debe, necesariamente, contextualizar tanto en el espacio como en el tiempo; porque lo que puede ser intolerable en un momento y lugar, bien puede ser necesario en otros.

En cuanto a las lámparas de bajo consumo, el problema no es proponer su uso, ni repartirlas, sino omitir que su difusión masiva debe, necesariamente, ir acompañada de cuidadosas instrucciones y de la adopción de las previsiones necesarias para realizar su correcta disposición final.

Si comprendemos esto, veremos que no hay productos ni conductas que, en abstracto, sean amigables o enemigas del ambiente, y que, por tanto, la gestión de los problemas con incidencia ambiental no pueden depender del principio “not in my garden”, o dicho en criollo: “ojos que no ven, corazón que no siente”, lo que implica, limitarnos a sólo actuar aparatosamente sobre “lo que se ve”, manteniéndonos indiferentes, o “escondiendo bajo la alfombra” a todo “lo que no se ve”.

Y esta comprensión debería llevarnos a convencernos que las propuestas y programas de protección y gestión ambiental, deberán adecuarse a criterios específicos, ajustados, en cada caso, a cada lugar, a cada tiempo, y a la aplicación de procedimientos precisos.

Una buena gestión ambiental necesita de la articulación armoniosa de los conductas humanas y orientarse tanto a lo que se ve, como a lo subyacente.

Señalemos por último, que a lo largo del siglo XX se han ido elaborando las propuestas teóricas que permiten ese enfoque, a partir del reconocimiento de la “complejidad” como objeto de estudio, algo que deberá ser seriamente abordado por parte de los funcionarios y técnicos involucrados, que deben aprender a medir con la misma vara tanto a las conductas propias como a las ajenas.



lunes, enero 07, 2008

Medio ambiente: ¿un mito urbano?

Quienes trabajamos desde hace muchos años en temas relacionados con la protección ambiental, advertimos las formas que ha ido asumiendo el discurso ambientalista, y la manera, en la que algunas de sus líneas, han derivado de modo creciente hacia planteos míticos y principistas, alejándose de pautas técnicas y -en algunos casos- hasta de sentido común, necesarias para lograr resultados efectivos.

Reconozcamos que los problemas ambientales han acompañado a los seres humanos desde el momento en el que nuestros antepasados aprendieron a manejar el fuego, es decir, desde hace algo menos de un millón de años, y que son parte de las turbaciones inevitables que se producen al extraer y procesar las materias primas y los productos de los que nos servimos en nuestra vida cultural.

Recordemos también que muchas civilizaciones se extinguieron a causa de no haber podido administrar con sabiduría su medio ambiente (como es el caso de la civilización maya, y de culturas insulares, como que la se había desarrollado en la Isla de Pascua), lo que muestra que los problemas ambientales no son patrimonio exclusivo de la revolución industrial, si bien se han agravado en las últimas décadas, asociados al incremento en los volúmes de producción de bienes, a consecuencia del crecimiento de las propuestas consumistas, en el marco del incremento poblacional.

Pero, si vemos nuestro presente cargado de admoniciones, advertimos que el tratamiento de lo ambiental, a más de catastrófico, está asociado a la reiteración de algunas ideas elementales, que se enraizan en los mitos de todos los pueblos, y que crecen cobijados por la creciente civilización urbana, alejada de toda experiencia vivencial del proceso de transformación de bienes y recursos de los que ella misma depende, y por la parcial ausencia de herramientas teóricas que nos permitan comprender la dinámica interna de los devenires planetarios de los que somos parte.

Veamos algunos de sus principales componentes:

En primer lugar, la repetición del mito.

Todos los pueblos tienen entre sus mitos, la referencia a tiempos felices, en los que hombres y mujeres vivían en armonía entre sí y con la naturaleza.

Y así como los pueblos mediterraneos rememoraban a la vieja Arcadia, antigua ciudad en la que todos eran felices, hoy atribuímos ese estado a las viejas comunidades aborigenes, mientras que, como en todas las épocas, repetimos la descripción de un presente protagonista de una crisis inédita y el futuro se exhibe como horrorosa contracara de aquel paraíso ancestral.

Como alternativa, se propone volver a una vida bucólica y apasible, que nos va a permitir reconstruir aquel tiempo perdido.

“De Arcadia a Utopía” podría ser el núcleo contundente de buena parte de las propuestas de algunos sectores pro-ambientales.

En segundo lugar, los malos son “los otros”.

Esos mismos mitos, explican que “los malos” (los “otros”, los “extranjeros”, -¿hoy serían los “intereses internacionales”?-...) llegaron para destruir esa felicidad y colaborar a construir nuestro presente de dolor.

Un sentimiento generalizado nos excluye de las mayores responsabilidades, porque nos parece poco creíble, que nuestra vida diaria -personal, privada y pequeña-, que por doméstica nos parece natural, pueda contener factores tan dañinos como los que les atribuímos a “ellos”.

En tercer lugar, el manejo del miedo y de los espacios de poder.

Si se logra que la población crea que la catástrofe es cierta e inevitable, los que adviertan ese futuro serán profetas, merecedores del poder necesario para señalar el camino de salida.

Además, quienes consigan fortalecer la idea de que los responsables son “los otros”, y logren proyectar el “ellos” hacia sectores sociales que despierten resentimientos (por cualquier causa), habrán dado un enorme paso para constituirse en importante factor de poder.

En cuarto lugar, el discurso urbano.

El hombre urbano está cada vez más ajeno a las etapas inevitables que acompañan los procesos de transformación de los recursos en bienes de uso cotidiano y doméstico.

Hace un tiempo, una usina láctea cordobesa, realizaba una publicidad en la que aparecían dos niños conversando, y uno le preguntaba al otro: “¿para que sirve la vaca?”, a lo que el otro contestaba: “¿de donde crees que se saca la leche, el queso, el dulce de leche....?”, a lo que el primero respondía: “y.....de La Lacteo (que era el nombre de la usina)”.

La mayoría de las personas que viven en ciudades han perdido la noción de las operaciones necesarias para poner a su disposición los bienes que consume y su relación con los procesos de la naturaleza.

El agua sale de la canilla, la luz la provee la empresa de energía y la carne se compra en el supermercado.

Nadie quiere pensar que los procesos cruentos que la producción incluye, tienen algo que ver con la demanda, o con el propio consumo.

Eso define una ignorancia casi completa respecto a todos los pasos, que tanto la producción de materias primas como los procesos industriales posteriores, son necesarios para lograr ese producto que tan fácil e inocentemente carga en el carrito del supermercado.

Por ello, cuando alguno de esos innumerables y habituales procedimientos productivos o industriales se hace público por alguna razón casual o interesada, causa increíble estrépito.

Una quinta razón estriba en la ausencia, por parte de los sectores académicos de formación interdisciplinaria y de conocimiento de la “complejidad”, como objeto de estudio.

La falta de percepcion interdisciplinaria, hace que expertos de una ciencia validen afirmaciones que son falsas desde las miradas de otras disciplinas, por lo que en muchos casos, la difusión pública de uno o de otro discurso, depende no del mejor conocimiento del tema, sino de la mayor o menor proximidad a centros de poder.

Esto es visible en la discusión respecto a las causas del cambio climático global, en la que disciplinas con “menos prensa” encuentran mucho menos responsabilidad humana de la que se expresa en los discursos dominantes.

A su vez, los “objetos complejos”, entre los cuales el ambiente es una expresión por excelencia, sólo han empezado a ser motivo de estudio a partir del siglo XIX y XX, sin que todavía ese conocimiento se haya extendido lo suficiente entre nuestras Casas de Altos Estudios, por lo que aún se pretende comprender con métodos inadecuados sucesos inabarcables por estos.

Esto no significa que no tengamos problemas ambientales y que los mismos no sean de gravedad. Significa, en cambio, que para poder reconocer los problemas existentes y para poder operar sobre ellos debemos superar las descripciones míticas; escuchar los consejos de los expertos, pero desconfiar de los gurúes; reconocer que las actividades productivas son cruentas en sí mismas, por lo que el daño ambiental se puede minimizar, pero no evitar; que es necesario asumir que cada uno de nosotros es responsable de buena parte de los deterioros producidos en el entorno, y que debemos aprovechar mucho más del conocimiento existente respecto al abordaje y gestión de los objetos complejos.

Sólo así estaremos en vías de aproximarnos a resolver los múltiples desafíos que se avisoran en el futuro cercano.