domingo, febrero 24, 2019

Sociedades clausuradas 5 (Imaginando el futuro)

A pesar de que, cómo dijimos antes, estamos constreñidos por los modelos sociales, los escenarios construídos por los medios de comunicación (en su mayoría en manos de Corporaciones) y la información manipulada (entre otras cosas), es ineludible e innegable nuestra responsabilidad en la construcción de nuestro propio futuro.
Y una clave en la construcción de ese futuro es el desarrollo de la capacidad imaginativa, asociada a las herramientas que nos provee la formación discursiva sobre la que se basa primariamente nuestra educación en todos los niveles.
Lo dicho no significa que la supremacía de la formación discursiva excluya totalmente a las herramientas que provee la imaginación.
De hecho, los ejemplos, los gráficos o los modelos -que con frecuencia usamos- son recursos imaginativos que utilizamos a diario; pero, advirtamos que tales instrumentos suelen servirnos para enriquecer o aclarar los desarrollos sustancialmente teóricos, de perfil lógico, sin que se nos ocurra pensar que pueden articularse como un sistema de aprehensión de nuestro mundo con características propias y de importancia decisiva.
Sin embargo, cuando se trata de estructurar la gestión, se evidencia la importancia de los componentes imaginativos de nuestro pensamiento, porque para orientar la acción siempre es necesario hacerlo desde desde este tipo propuestas.
Las grandes frases de la propaganda política siempre acudieron a las imágenes como vehículo de expresión de deseos comunes o de intereses compartidos.
Recordemos, sólo como ejemplo, aquella vieja consigna bolchevique que movilizó al pueblo ruso tras la Revolución de Octubre, que decía "Paz y pan".
Una frase que construía una imagen que sintetizaba, de modo inmejorable, las aspiraciones profundas de un pueblo exhusto por la primera guerra mundial y agobiado por el hambre.
Esa consigna que hoy se describe como una síntesis insuperable, expresaba como ninguna otra cosa la aspiración profunda de todo el pueblo.
Pero, más que una consigna, fue el alarde de quien supo manifestar, con una imagen extremadamente simple, aspiraciones cotidianas profundas, comunes a todos.
Es muy probable que hoy, en Argentina, necesitemos una construcción de análoga simplesa e igual fuerza, que nos ayude a reconstruir nuestras tramas sociales y productivas.
En otras palabras: que desarrollemos la capacidad de imaginar un futuro común inclusivo y exitoso.
Después seguimos,