sábado, abril 27, 2019

La (in)capacidad argentina

En el centro de una nueva crisis política, los argentinos nos preguntamos porqué repetimos siempre las mismas situaciones, como si estuviérmos encadenados a una rueda trágica de la que no es posible escapar.
Sin dudas debe haber muchas circunstancias que nos condicionan, pero hay una que me parece que merece una reflexión particular.
Con mucha frecuencia esperamos que las soluciones nos lleguen desde fronteras afuera, sea por vía de ideas o de recursos.
El gobierno de Mauricio Macri, que nos viene gobernando con tanta poca habilidad y fortuna, es un ejemplo de lo que digo.
Todo sugiere que confió en que su sola presencia produciría una avalancha de inversiones externas, que traerían como consecuencia una inmediata reactivación de toda la trama productiva argentina, produciendo masivos procesos de desarrollo en todo el país.
Eso vale como fantasía de café, pero para ser punto de partida de un proceso de desarrollo es de un simplismo increible.
Ni siquiera creyeron que fuera necesario un programa de gobierno y planes de acción específicos.
En su lugar, todas fueron medidas poco coherentes, tomadas casi al azar, al ritmo de los vaivenes dictados por fuerzas internas y externas, sin cohesión ni armonía.
Y el único recurso que aplicaron en forma sistemática fue el de "pedir prestado", hasta que los bancos dijeron "basta".
¿Cómo se llegó a ese punto?.
En ese período se logró el blanqueo más exitoso que se haya hecho en el mundo, consiguiendo capturar para el circuito legal la friolera de ciento veinte mil millones de dólares.
Pero, la falta de plan productivo orientó, directa o indirectamente, esos fondos al gasto corriente y a la especulación financiera.
Al mismo tiempo, ¿porqué no se reordenó el sistema fiscal actual que impide que las empresas desarrollen sus actividades en forma legal, porque aplica una carga impositiva del 106%, según el último informe de Doing Business (doingbusiness.org), lo que hace que toda empresa, para subsistir, deba evadir obligadamente?.
¿Porqué no se ordenó el sistema de protección laboral, que hace que un empleado que trabajó toda su vida, hasta el día antes de estar en condiciones de jubilarse sea merecedor de una indemnización que en el caso de muchas pymes supera el valor del fondo de comercio en el que trabaja, en tanto que al día siguiente queda sometido a regímenes jubilatorios que en muchos casos son de hambre?.
Si se piensa que para ello no hay fondos suficientes, súmese los montos que maneja Anses a los que se destinan a asistencia social y a los diversos sistemas de salud y se verá que se trata de montos multimillonarios que sólo necesitan una reorganización eficiente.
Si a ello se agregan los fondos monstruosos que se dedican a actividades de "inteligencia", que están más cerca del delito que de la ley a la que se supone que siven, las cantidades disponibles se vuelven inmensas.
Sólo con que se hubieran ordenado esos tres sectores (fiscal, laboral e inteligencia), y se hubiera orientado el dinero del blanqueo a la producción habría sido posible estimular la actividad productiva de modo más que satisfactorio, mejorando los rendimientos generales y las tramas sociales que dependen de ello.
Pero no, en lugar de afirmarnos en nosotros y en nuestras propias capacidades y recursos, contratamos a una sarta de charlatanes y constructores de castillos de arena, que afirmados en títulos presuntuosos nos vendieron a precio de oro sus montajes absolutamente inconsistentes.
En fin..., toda esta descripción tiende a algo: para romper el sino trágico de estar encadenados a una rueda inevitable de fracasos, y cumplir con los compromisos inmediatos pagando la deuda que este gobierno de incapaces ha generado, debemos producir, y producir mucho.
Esto no es imposible, y para hacerlo debemos tenernos confianza y afirmarnos en nuestros propios recursos.
Cuando uno mira a la Alemania devastada luego de la guerra y la compara con su situación actual de potencia mundial de primer orden puede tomar ejemplos de lo que es posible hacer.
Y diga lo que se diga, nosotros en Argentina no somos menos.