jueves, septiembre 05, 2002

ES EL DESARROLLO LOCAL, ESTUPIDO !.

Es probable que aquella frase con la que Bill Clinton afirmó su campaña a la presidencia de los Estados Unidos: “Es la economía, estúpido”, suene en ingles algo menos ofensiva que en español, idioma en el que se oye un poco chocante.

Sin embargo, fue la frase que sintetizó el punto sobre el que había que operar, para resolver los problemas que aquejaban en ese momento, a los Estados Unidos.

Fue tan acertada, que no pocos opinan que fue la consigna que ayudó a llevar a Clinton a la presidencia.

¿Será posible encerrar en una sola consigna, la idea central alrededor de la cual se desarrolle una propuesta positiva, eficaz, eficiente y constructiva en nuestro propio país, la Argentina?

Yo creo que sí, y asumiendo el riesgo de errar, estimo que la opción inmediata es el estímulo al desarrollo local, sobre el que tenemos gobernabilidad plena e incondicionada.

La situación a que hemos llegado con la participación (en distintos grados) de la mayoría de nosotros es compleja y abarca muchos aspectos sociales y productivos.

De estos aspectos, algunos pueden ser de difícil abordaje, pero otros pueden estar mucho más cerca de la solución de lo que imaginamos.

Nuestra inveterada tendencia al pensamiento abstracto y generalizador, pareciera obligarnos tanto a la búsqueda de causas generales, como a realizar propuestas del mismo tenor, que encubren a las posibles soluciones locales.

Sin embargo, si en lugar de esas síntesis generalizadoras (y muchas veces caóticas), bajamos la mirada a la realidad doméstica (desagregando elementos, revisando las diferencias territoriales, y tomando en cuenta todo lo que funciona medianamente bien), veremos que tenemos a la mano importantes posibilidades de resolver, sin ayuda, muchos de nuestros problemas.

Es probable que no podamos resolver los problemas macro económicos (materia de especialistas), pero buena parte de los que nos aquejan diariamente a nivel social, pueden ser bien resueltos por los programas de desarrollo local.

Desde hace varios años, desde mi propia oficina, venimos trabajando en la propuesta de esta clase de soluciones, bajo el eslogan “Desarrollo Sustentable Regional, la alternativa posible”.

Y hemos visto con asombro la potencialidad de los pequeños grupos humanos, cuando ponen manos a la obra tras objetivos fijados localmente, sobre la base de una correcta determinación de sus necesidades, de una consideración precisa de sus recursos y una alta dosis de esfuerzos personales bien administrados.

Esto genera procesos productivos gobernables y muy estabilizadores.

Estas experiencias, altamente participativas, se basan en el estímulo a procesos de auto producción y de auto consumo, mediante el empleo de tecnologías intermedias dirigidas a mercados próximos, y generan una sólida base de satisfacción social.

Como estos procesos no están orientados a la producción masiva, el “nicho” en el que se desarrolla el proceso no compite (sino mínimamente) con la gran producción industrial y permite el desarrollo comunitario en aspectos tan importantes, como son los referidos al reconocimiento de la propia identidad, y al recupero de los saberes locales y su historia.

Estos procesos de autoproducción y autodemanda, son los que se están desarrollando en forma casi espontanea en los clubes de trueque y se expresan en las asambleas de vecinos, que conforman un movimiento muy vital, aunque aún sea muy reciente como para predecir su futuro.

En general, se están produciendo fuera de toda inscripción política, si bien los sectores de izquierda han tratado de influenciarlos con poco éxito.

Por su parte, la pequeña industria local empieza a crecer nuevamente.

Es extremadamente curioso ver que mientras muchos aspectos de la vida social y productiva se siguen deteriorando, los procesos de producción local han hecho crecer por primera vez en cuatro años los índices nacionales de producción industrial.

Y más allá de muchas experiencias intentadas desde la asistencia comunitaria, varias Municipalidades del país, aplicando estos criterios, están logrando soluciones creativas y exitosas.

Valgan como ejemplos, los del Municipio de “General Viamonte”, en la Provincia de Córdoba; el Municipio de “San Patricio del Chañar” en la Provincia de Neuquén; o el Municipio de “La Paz”, en la Provincia de Entre Ríos, que tienen cuentas saneadas, carecen de desocupación y se proyectan al futuro con una expectativa de la que carece buena parte del resto del país.

Cualquier observador diría, con razón, que son solo tres entre varios miles, pero aún siendo pocos, ejemplifican que se pueden desarrollar con éxito políticas de desarrollo local, a pesar de la situación de dificultad general.

Y muestran la validez de las propuestas de “localización”, porque ninguno de esos municipios tuvo una situación diferente al resto del país, ni fue beneficiado por ninguna otra circunstancia particular.

Es decir, que dentro del mismo marco económico e igual contexto político, los que apostaron al desarrollo local y autosostenido han logrado un éxito irrefutable.

Poco a poco y casi sin darnos cuenta, la Argentina se está reconstruyendo desde sus mismas bases, validando, sin haberlo buscado, formas de regionalización y participación comunitaria, que hace solo unos meses no hubieran sido aceptadas mayoritariamente.

Pero hay que señalar que esto esta sucediendo fuera del marco de los partidos políticos tradicionales, que siguen atados a las enunciaciones “magníficas”, masivas y vacías.

Es cierto. Los problemas macroeconómicos deben ser resueltos por expertos, pero un pueblo con carencias graves no puede esperar los tiempos que ellos necesitan.

Entre tanto el Desarrollo Local, se muestra como la alternativa posible.

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