domingo, julio 24, 2005

ASISTIR AL DESARROLLO: UNA TAREA ELUSIVA

Desde nuestra última postura ha pasado mucha agua bajo los puentes.

Y en el progresivo crecimiento de nuestra experiencia, nos vamos aproximando cada vez más a algunas de las razones profundas que parecen impulsar a muchas de las iniciativas solidarias que nacen en los países desarrollados y se orientan a ayudar al progreso de los más pobres.

Más allá de la indudable buena voluntad de muchos voluntarios del primer mundo (que empeñan sus tiempos en mejorar las condiciones de vida de los habitantes de los países desheredados), es visible su ausencia de conocimientos de las condiciones reales en las que se desenvuelven no sólo los pobres, sino muchas comunidades del tercer mundo que, sin ser materialmente pobres, se mueven en el mundo sin alcanzar a definir su propia identidad y su propio espacio, sin encontrar "su lugar", y sintiéndose desvalidos a pesar de sus evidentes recursos (como pasa en Argentina, en donde -más allá de la pobreza que verdaderamente acosa a algunos sectores-, es notable advertir la existencia de muchas personas que se sienten "muy pobres" a pesar de ser propietarios y tener acceso a bienes materiales y culturales que producirían la envidia de muchos otros carecientes).

Esto produce un asombroso juego de disfunciones entre algunos de quienes quieren ayudar a terminar con la pobreza, ciertos sectores que se creen pobres sin serlo, y los verdaderos pobres, a quienes (en muchos casos) ni los unos ni los otros consiguen reconocer.

Por su parte, es frecuente que, tanto los sectores que se creen pobres, como los que verdaderamente lo son, esperen que sean los integrantes de las comunidades desarrolladas quienes aporten las instrucciones, a modo de "recetas de cocina", necesarias para salir del subdesarrollo.

De ese modo, los habitantes del primer mundo, que en muchos casos carecen de ideas sobre lo que verdaderamente sucede en las comunidades pobres, dictan normas sobre los procedimientos que habrán de seguir personas a quienes ellos no conocen, para resolver situaciones en las que jamás han estado inmersos.

Extraña situación que frustra muchas iniciativas de ayuda y desalienta tanto a los donantes como a las víctimas de la pobreza.

Ante ese panorama (tan burdamente descripto), se hace necesario preguntarse ¿qué hacer?.
Y es probable que haya que abordar la respuesta desde varias perspectivas:

La primera es que, los principales responsables de generar un estado de satisfacción de las propias necesidades deberían ser los mismos pueblos que sufren las carencias, acudiendo a recursos locales, de acuerdo al sistema de esfuerzo propio y ayuda mutua, que tanto fruto ha dado en cada lugar en lo que se lo ha aplicado (y que en cierto sentido consiste en aplicar los principios que la naturalza impone a todos los pueblos).
Por su parte, esto requiere de un proceso previo de definición de la propia identidad y de asumirse, cada cual, como valioso en sí mismo.

Lo segundo, es que los voluntarios y donantes del primer mundo, deberían conocer y reconocer a los otros pueblos y a su idiosincrasia, aceptando que los modelos de desarrollo pueden variar de acuerdo a las condiciones locales, a las culturas involucradas, a los recursos disponibles y a los objetivos que cada comunidad puede plantear, legítimamente, para sí misma.

Lo tercero que todos y cada uno de los involucrados sea capaz de reconocer su lugar en el mundo, sin atribuirse ni la actitud de "dispensador" con la que algunos voluntarios del mundo desarrollado intentan purgar sus propias culpas, ni la de víctima ingenua de aquellos que muestran una pobreza que no tienen, ni la de absolutos incapaces de quienes esperan que sean "los otros", "los que saben", los que resuelvan sus problemas.

En fin, no olvido que hay sectores del mundo en que las personas individualmente están en situaciones límites y necesitan de ayuda total y urgente, pero fuera de estos casos (de algún modo excepcionales) muchos de las dificultades del subdesarrollo podrían ser resueltos con los recursos actuales, a condición de que los actores fuéramos capaces de modificar los modos de abordar y gestionar el problema.

Esperamos sus comentarios a eig@gmx.net

Hasta la próxima.

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